jueves, 23 de junio de 2022

Una EXPERIENCIA MÁGICA en COLONIA

>Los vestigios coloniales de españoles y portugueses se observan aquí y allá en toda la ciudad antigua, la cual estuvo abandonada por mucho tiempo hasta que a fines de la década del 60, se dio inicio a su reconstrucción
Arribando a Colonia
Calle Centro Histórico
Centro Histórico con vista del Faro
Puerto de Yates
Municipalidad de Colonia
Todo comenzó un día de diciembre en la FIT 2021 (Feria Internacional de Turismo en Buenos Aires). Visité el stand de Colonia del Sacramento, me invitaron a participar de un sorteo. Dos días después recibí una comunicación de la Asociación Turística de esa ciudad avisándome que era el feliz ganador de una “experiencia mágica”. A partir de entonces, y tras la pausa de las Fiestas de Fin de Año y las vacaciones estivales, comencé a organizar el viaje que finalmente se concretó el pasado fin de semana. El sábado por la mañana, partí junto a mi acompañante, en el Superferry de Colonia Express desde Buenos Aires hacia la ciudad oriental. El día estaba gris y frío pero ello no fue obstáculo para disfrutar a pleno. Ni bien arribamos a Colonia, nos dirigimos hacia la Ciudad Histórica recorriendo su interesante patrimonio, fusión de estilos coloniales españoles y portugueses, lo que le valió ser declarada Patrimonio de la Humanidad. La ciudad fue fundada por el maestre de campo portugués Manuel Lobo en enero de 1680, convirtiéndose en la primera ciudad fundada por europeos en lo que hoy es el territorio de la República Oriental del Uruguay. Ubicada frente a la ciudad de Buenos Aires, tuvo un carácter militar con la intención de la burguesía mercantil portuguesa de recuperar el intercambio con esa ciudad. Sin embargo, las autoridades españolas de Buenos Aires deciden atacar el nuevo asentamiento y la toman en agosto del mismo año de su fundación. Esto dio origen a diversas acciones por parte de portugueses y españoles en los que la ciudad cambió de bando en varias oportunidades. Hasta que en 1828 quedó definitivamente integrada al Estado Oriental del Uruguay. Los vestigios coloniales de españoles y portugueses se observan aquí y allá en toda la ciudad antigua, la cual estuvo abandonada por mucho tiempo hasta que a fines de la década del 60, se dio inicio a su reconstrucción. En 1972 se inauguraron las obras que incluyeron la reconstrucción de la muralla y su Puerta del Campo, hoy un emblema de la ciudad. Los Museos Español, Portugués, del Indio, la Casa de Nacarello, la Casa del Virrey, en las ruinas del Convento, fueron algunas de las intervenciones que se recuperaron el barrio histórico. La Calle de los Suspiros que desciende desde la Plaza Mayor hasta la calle de San Pedro ofreciéndonos hermosas vistas del Río de la Plata es, probablemente, la arteria más famosa de la ciudad. Su construcción denota su carácter lusitano ya que fue realizada con piedras desiguales con pendiente hacia el centro de la misma, a diferencia de las construcciones españolas que utilizaban piedras más regulares conformando una calzada abovedada con declives hacia ambos lados de la misma. Un custodio blanco vigila el centro histórico y toda la costa desde hace más de un siglo y medio: el faro. Fue levantado junto a las ruinas del convento de San Francisco Xavier, y se mantiene en buen estado. Desde la parte superior del mismo, a la que se accede por medio de largas escaleras caracol, se observan hermosas vistas de toda la ciudad y el río. A poca distancia del faro, otras dos torres se elevan al cielo coloniense, las de la Basílica del Santísimo Sacramento.
El edificio comenzó a construirse en los albores del siglo XIX, aunque poco después la caída de un rayo le provoca serios daños, ya que bajo la sacristía existía un viejo polvorín portugués en el que se habían almacenado municiones en tiempos pasados. Tanto es así, que cuando Charles Darwin pasa por allí (c. 1831/36), relata en su diario de viaje que la iglesia debido a este accidente se encontraba en estado ruinoso. La iglesia es reconstruida en poco tiempo. En pleno siglo XX se restauran la fachada y los azulejos de las cúpulas. Con los trabajos de puesta en valor del casco histórico, la Basílica también es intervenida reconstruyéndose partes dañadas dejando a la vista todo lo que era original. Tras este recorrido, llegó el mediodía y la hora del almuerzo que tuvo lugar en uno de los restaurantes aledaños a la Plaza Mayor donde nos deleitamos con un clásico “chivito”. Nuestro recorrido continuó por el Paseo costero de San Gabriel hacia el muelle y Puerto de yates llegando hasta el Centro Cultural Bastión del Carmen.
Este bastión fue construido como punto estratégico militar, una plataforma de artillería en las batallas que ocurrían en la ciudad de Colonia entre españoles y portugueses. Cuando el país se estabilizó y cesaron las disputas, el lugar fue reconvertido en una fábrica de cola y jabón, años más tarde una barraca y almacén de granos, y posteriormente un lavadero de lanas y curtiembre. Finalmente, el Ministerio de Educación y Cultura lo adquiere a sus propietarios argentinos para transformarlo en un Centro Cultural que se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad, en el que se llevan a cabo todo tipo actividades artísticas: teatro, exposiciones, talleres, charlas y eventos diversos. La antigua chimenea, las murallas y la escultura en forma de espiral son los puntos de atracción del gran parque frente al río que posee el Bastión. Antes de disponernos a continuar el recorrido, hicimos una pausa para un café y encontramos: Lentas Maravillas, un lugar especial que transmite paz y tranquilidad.
La amabilidad de su dueña nos invitó a entrar y descubrir una acogedora sala con una gran chimenea de piedra y unos inmensos ventanales que ofrecen una estupenda vista del jardín y el río, todo complementado con una deliciosa pastelería. Reconfortados luego de beber un humeante café pusimos proa a nuestro próximo destino que se halla a unos 20 km. al noroeste de la ciudad, en San Pedro. Allí está el Museo C´ars.
Museo C´ars
Tras un breve recorrido por la campiña uruguaya, unos carteles al costado de la ruta nos informan que el ingreso al museo se halla próximo. Dos grandes pilares de mampostería con una forma que nos recuerda a vasos gigantes, pintados de blanco, coronados con dos autos antiguos flanquean el ingreso al lugar. Desde allí parte un camino de grava que nos lleva hasta las instalaciones del museo. Ya en el camino se observan algunos vehículos antiguos esparcidos por el parque. Son los encargados de darnos la bienvenida, mientras aguardan, allí, silenciosos el momento de su restauración. Este museo privado fue una iniciativa de un argentino, Manuel Arslanian Ipekdjian. Este señor y su esposa visitaban a menudo Colonia. Ella le sugiere adquirir una propiedad allí a fin de mudarse y eso es lo que hace don Manuel. En principio compra un terreno sobre la Ruta 1, en un lugar donde no existían servicios ni caminos que él mismo va construyendo. Lamentablemente, su esposa fallece pero él decide quedarse y, adquiere otra finca en San Pedro, donde decide hacer realidad su proyecto de museo. A Manuel le interesaron los automóviles desde muy pequeño, y se convirtió en un asiduo espectador de carreras de autos. Con el transcurrir del tiempo comenzó a adquirir vehículos antiguos y todo tipo de objetos que se fueron almacenando en unos galpones por un cuarto de siglo. Así, un día decidió construir un galpón en el que pudiese exponer buena parte de todo aquello. De esta manera nace el Museo C`ars by Manuquita, llamado así en recuerdo de su esposa. Una galería bajo la cual observamos algunos carruajes antiguos tirados por caballos es lo primero que encontramos. Junto a ella se ubica la confitería que permite disfrutar de un refrigerio sentados observando el campo y el área exterior con algún tractor, carro y los autos sin restaurar “en espera” para su puesta en valor. Un hangar de aproximadamente 2000 m2, es la gran sala de exposición en la que encontramos una treintena de vehículo, algunos centenarios o muy próximos a cumplirlo. Otros, son “más jóvenes”, sólo tienen la mitad de esa edad.
Para acceder a observarlos, debemos hacerlo recorriendo un pasillo cuyas paredes están tapizadas de una colección de fotos de automóviles.
En una de las cabeceras del hangar se recreó una antigua estación de servicio; en uno de los laterales se exponen todos los vehículos restaurados por el propietario del museo, quien ha realizado una excelente labor artesanal reconstruyéndolos con piezas originales. Todos los vehículos poseen, además, la documentación correspondiente.
En el otro lateral se alinean una serie de antiguos comercios con equipamientos de época. Así encontramos: la Peluquería de Don Mateo, la Farmacia Santo Remedio, máquinas de escribir “El Escribiente”, el Consultorio del Dr. Tembleque, entre otros. En el final del recorrido y sobre la otra cabecera del hangar, hay una colección de bicicletas y elementos de una bicicletería. La salida la constituye otro pasillo que, al igual que el del ingreso, está repleto de fotografías. Al salir, damos una última recorrida por el parque en medio de los automóviles y maquinarias que allí se hallan esparcidos. De esta manera, finalizamos la visita a este interesante museo destacando la prolijidad, el esmero, el cuidado de los detalles en todo lo que allí se expone. La presentación es impecable, lo que demuestra la dedicación que ha puesto su creador en él. Luego de la visita, emprendemos el regreso a la ciudad de Colonia dirigiéndonos al Hotel Dazzler by Windham, donde somos recibidos muy cordialmente y alojados en una de sus espaciosas habitaciones, con amplio ventanal, lo que la hace muy luminosa. La decoración es moderna y cálida invitándonos al relax.
Después de un breve descanso, nos aprontamos para ir a cenar. Comarca Las Liebres Ubicada en uno de los puntos más altos de la ciudad, a un kilómetro del Real de San Carlos, y unos 6 km. del centro histórico, este emprendimiento que comprende un hotel, restaurant y barrio cerrado, ofrece diversas experiencias.
La casa principal es de 1920 y ha sido restaurada para alojar huéspedes. En la parte anterior se le ha adicionado una gran galería vidriada donde se ubica el restaurante, en el que nos disponemos a cenar. El restaurante está dirigido por el chef Hugo Soca cuyas recetas reivindican la comida casera. Nos recibieron con un trago de bienvenida: una copa de “medio y medio”, típica bebida uruguaya conformada con partes iguales de vino blanco seco y espumante blanco dulce y hogazas de pan de masa madre recién horneado.
El menú de tres pasos está elaborado cuidadosamente combinando ingredientes naturales cosechados en la huerta del hotel, productos artesanales con toques modernos de aliños y sazones para recrear recetas caseras y tradicionales, resultando en platos particularmente sabrosos y equilibrados. Desde el inicio hasta el final, la atención fue magnífica: el personal muy cordial y atento a cualquier requerimiento, la cuidada presentación de los platos, la atmósfera del ambiente que invita a relajarse y conversar mientras se degustan los diferentes platos. Una “experiencia culinaria” de gran calidad. Así, culminamos nuestro primer día en la ciudad.
El domingo lo iniciamos desayunando en la cafetería buffet del hotel, que ofrece variedad de opciones para todos los gustos. Un amplio salón vidriado con acceso a la terraza solárium frente a la pileta con vistas al Río de la Plata, es el marco ideal para probar lo ofrecido, entre lo que destaca la buena pastelería. Finalizado el desayuno iniciamos el recorrido por la Ruta 1 y luego la 50, que discurren por las cuchillas uruguayas para dirigirnos a Viñedos y Olivares del Quintón
El área donde se emplaza este emprendimiento está compuesto por suaves cuchillas con abundante vegetación en el Paraje El Quintón, a unos 30 km. de la ciudad de Colonia. En el portal de acceso encontramos a Facundo, nuestro anfitrión y guía en esta visita. Un camino suavemente ondulado que transcurre en medio de la vegetación y atraviesa, por medio de un puente, una laguna artificial nos acerca a la finca principal. Una gran casona de estilo colonial con techo de tejas y
paredes blancas nos da la bienvenida. Accedemos a ella a través de una puerta cancel de hierro forjado y un zaguán decorado con mayólicas traídas de España por los dueños del emprendimiento, desembocando en un patio central, rodeado de galerías con columnas. Somos conducidos a un amplio salón de recepción en el que proyectan un video institucional. La finca pertenece a una familia argentina, que la adquiere con el fin de pasar tiempo de descanso en ella. Para ello edifican la casona y deciden iniciar una actividad productiva. En principio plantan olivos, construyen las instalaciones necesarias para el proceso de elaboración de aceites y dan inicio a la producción.
Los aceites se comercializan bajo el nombre “Piedras del Olivar”, siendo aceites extra virgen Premium de tres tipos diferentes. Después de un recorrido por la plantación y por la planta de elaboración con las interesantes y cordiales explicaciones de Facundo, pasamos a la degustación de los aceites. La visita continuó recorriendo las plantaciones de vides, otro emprendimiento iniciado a posteriori del olivar. Desde allí, nos dirigimos a las noveles instalaciones de la bodega, edificio emblemático de la firma, construida sobre una lomada desde la cual se domina visualmente todo el paisaje circundante.
El proyecto es del arquitecto uruguayo Gabriel González, quien describe así su obra: Las piedras con las que se han elevado los contundentes muros curvos exteriores, son propias de una cantera del campo. Solamente se han reposicionado para darles un nuevo sentido, otro lenguaje. Un par de “tajos estructurales” en las paredes de contención exhiben la roca madre, la piedra que envuelve la bodega y a su vez la contiene. Desde el proyecto, se apuntó al desafío de que fuera posible percibir todas las etapas de la vinificación desde dentro de la bodega. Así es que los niveles del edificio balconean unos sobre otros, y se han estudiado y logrado varios puntos de vista estratégicos desde donde el visitante puede contemplar de una vez todas las etapas de la elaboración del vino. Durante la vendimia, se conjugan visualmente la cosecha manual en las viñas, el lago de aguas naturales para riego, el transporte, la recepción y limpieza en bodega, el primer encubado en acero inoxidable, el futuro desvinado a crianza en barricas de roble francés, el descanso de las botellas de anteriores cosechas. La calidad de un vino está dada por la sumatoria de calidades de cada etapa de la vinificación. Bodega Viñas del Quintón rinde justo homenaje a todas ellas. Las instalaciones impactan x su buen diseño: amplitud de espacio, disposición de las cubas de acero inoxidable, espacio central abierto con balcones que permiten visuales amplias desde los distintos niveles, los barricas de roble en el piso inferior, los amplios ventanales que hacen que el lugar sea muy luminoso, los muros de piedra autóctona y el afloramiento de la roca madre, utilizada también como muro. Ello conlleva a que el espacio interno tenga acondicionamiento térmico y de ventilación sin necesidad de utilizar equipos artificiales para ello.
Las cepas que producen los viñedos propios son Cot Malbec y Syrah. En tanto los vinos que actualmente comercializan son la línea Bruna (100% malbec) y Petra (70% malbec, 30% cabernet franc). Estos vinos han obtenido importantes premios internacionales tales como Medallas de Oro en Selections Mondiales des Vins (Canadá) y Medalla de Oro Vinistate (Bruselas).
Como broche de oro, a este recorrido, la bodega nos ofreció una degustación con una abundante picada. Al igual que en el Museo C´ars, todo está muy cuidado , prolijo, excelentemente mantenido. Así, luego de casi tres horas de recorrido y buen comer y beber emprendimos el regreso a la ciudad de Colonia.
Al llegar realizamos un último recorrido por ella, yendo a visitar su reciclada Plaza de Toros, el Real de San Carlos, que luce orgullosa el esplendor recuperado. Actualmente, se ha convertido en centro de convenciones, espectáculos culturales y deportivos; posee, además, un restaurante, un museo y una sala de convenciones. El Museo del Ferrocarril, aledaño a esta Plaza de Toros, está cerrado definitivamente. Recreaba una antigua estación de ferrocarril de comienzos del siglo XX y poseía diversos vagones antiguos originales, integrantes del patrimonio cultural uruguayo. En el predio, que contaba con un bar restaurante se llevaban a cabo actividades culturales. Hacemos votos para que el mismo pueda ser reabierto ya que es un complemento ideal para el Real de San Carlos y ayudaría a potenciar turísticamente esta área de la ciudad algo alejada del centro histórico.
Tras ello, recorrimos la Rambla de las Américas, la avenida costanera de la ciudad, observando la vastedad del Río de la Plata que baña sus costas, llegando nuevamente al centro histórico. Desde allí nos dirigimos a la vecina Terminal Fluviomarítima para abordar el ferry de Colonia Express rumbo a Buenos Aires, dando por concluida la visita a esta ciudad. En poco más de 24 horas hemos vivido realmente una “experiencia mágica” en esta amigable ciudad oriental. Conocimos nuevos sitios de interés cultural, nos sentimos muy bien tratados en todo momento, destacando la cordialidad y amabilidad de los colonienses. El turismo constituye una de las más importantes fuentes de ingresos de la ciudad y sus habitantes son conscientes de ello, por lo que se esfuerzan en hacer que el turista se sienta cómodo, confortable, bien tratado, lo cual genera en ellos un deseo de volver a visitarla nuevamente. Me resta sólo agradecer a la Asociación Turística y la Dirección de Turismo de Colonia por esta “experiencia mágica” que hemos disfrutado
Atardecer en Colonia
Regresando a Buenos Aires

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Recorrido 360°




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