jueves, 25 de marzo de 2021

Hallaron el piso de una casa del Buenos Aires de 1810 en una excavación en San Telmo


La propiedad queda en la calle Bolívar al 800. 
El arqueólogo Daniel Schavelzon encontró además, un tramo entubado del Zanjón de Granados, un arroyo que nacía en lo que hoy es Plaza Constitución, atravesaba la ciudad virreinal y desembocaba en el Río de la Plata.



El equipo conformado por los arqueólogos Daniel Schavelzon y Flavia Zorzi y el historiador Francisco Girelli encontró en la calle Bolívar 884 y 886, reliquias de la época del virreinato en una obra donde un inversionista italiano planea construir un hostel. 
Entre las cosas que se revelaron tras las excavaciones, apareció el piso de una casa que estaba allí en 1810, cuando a unas ocho cuadras se echó al Virrey Cisneros y se instauró la Primera Junta de Gobierno patrio.

“Hay un tema de patrimonio en Buenos Aires.
Si querés ver restos materiales de nuestra historia anterior a 1810 no los hay. 
El Cabildo es una truchada que hizo (el arquitecto Juan Antonio) Buschiazzo en 1939. 
La Pirámide de Mayo está reconstruida. 
De las casas de las personalidades de nuestra libertad e independencia no hay una sola en pie. 
Por poner un ejemplo, la Jabonería de Vieytes no existe... Pero no es solo acá en la Capital. 
Ni hablar de la casa de Tucumán, que la demolieron y reconstruyeron. 
Demolimos y destruimos todo lo material que había de cuando declaramos nuestra libertad e independencia. 
Habla bastante mal de nosotros y permite jugar con la memoria: cualquiera te puede vender cualquier verdura”, explica a Infobae Schavelzon.

“La Manzana de las Luces preexistía desde el siglo XVII. Pero la sala de representantes es nueva. 
Las iglesias todas restauradas. 
No hay nada auténtico, original. 
Por eso, encontrar esta casa es importante para la construcción de nuestra historia y nuestra identidad. 
Aunque sea un piso con parte de paredes”, continúa el arqueólogo.

El primer dueño conocido del solar donde hallaron la casa fue un portugués: “El propietario más antiguo del terreno que pudimos encontrar es Cosme Duarte, quien según un protocolo firmado ante el escribano don Pedro Núñez vendió el terreno al matrimonio de Francisco Goitía y Micaela Duarte en 1787”, señalan los arqueólogos. 
Luego, cuando Remigia Goitía recibió el predio como herencia de sus padres. 
La mujer vivió allí hasta su muerte en 1860. 
Más adelante, y luego de ciertos problemas derivados de la sucesión de Remigia, la propiedad pasó a ser de Pedro José Domínguez, -un teniente coronel del Ejército de los Andes- y de su esposa Candelaria Aloy. 
Durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871, Domínguez y uno de sus hijos murió, y Candelaria se convirtió en la única propietaria.

Schavelzon y Girelli señalan que “esta falleció en 1884 y legó la propiedad a su único hijo con vida, Ceferino Domínguez, y a su nieta Valentina Domínguez de Barbosa, quienes en la misma sucesión la vendieron a Lorenzo Cabrera”. 
Más adelante funcionó, por un corto tiempo, la Escuela Elemental N° 9, cuya directora era Margarita Ochagavia de Sapereira. 
Luego habitó el lugar Juana Blaye, que construyó la edificación de dos plantas que se observa actualmente. 
Ella -viuda de Miguel Ballestero- vivía en la planta baja junto con tres hijos -Miguel, Julia y Ángela- y cuatro personas de servicio, entre las que había una mujer italiana y una cocinera francesa. 
El primer piso se lo alquilaba el médico y militar Eleodoro Damianovich, a su esposa Josefa Cubas, a sus ocho hijos, que tenían tres sirvientes y “otras cuatro personas cuya relación no pudo ser establecida”.

Schavelzon sostiene que “el piso hallado es de una casa de 1810 o un poco antes. Decir 1810 suena fuerte, sino es así. 
No podemos dar con exactitud la fecha, las casas tardaban un año en construirse. Lo que sí sabemos en que en esa fecha había gente ahí”. 
Aún falta para brindar un informe definitivo, aclara el arqueólogo, pero se puede pensar en una casa “con una viga entre dos paredes. 
Una casa chica. Pero hay que tener en cuenta los parámetros de la época. 
Tener una sala y una habitación ya daba una cierta categoría. 
Aunque hoy eso sería un rancho. 
Eran casas casi todas con techos de teja y pisos de ladrillo. 
Por la forma y el tamaño de lo hallado, creo que el piso pertenece a la galería, al exterior de la casa, que sostenían el alero del frente, sobre lo que hoy es Bolívar. El pilarcito encontrado daría constancia de ello. 
Las casas con galería hacia la calle no eran raras. 
Antes de 1810 eran comunes. Era la vida más abierta de una Buenos Aires semirural. 
Un pueblo de 15 cuadras de largo por 5 de ancho, donde todos se conocían y la gente salía a tomar mate y hablar con el vecino, mirar al que pasaba a caballo”.

En Defensa 755 está el Zanjón de Granados, lo visitan muchos extranjeros. 
Antes era un arroyo natural que recibía el agua que se juntaba en una zona baja, lo que hoy es plaza Constitución. 
“Por eso ahí hay una plaza y no viviendas. Bueno, cuando se inundaba, el agua bajaba por el llamado Zanjón de Granados o Tercero del Sur, porque había tres arroyos similares en la zona. Iba por la calle Bolívar, Defensa y el Pasaje San Lorenzo, y salía al río de la Plata, lo que hoy es el Bajo. 
Por eso muchos planos de esa época muestran que el fondo de los terrenos son oblicuos: por la posición del arroyo. 
En 1865 lo entubaron para poder construir, porque había inundaciones, la gente tiraba desperdicios, largaban las cloacas ahí, había un olor espantoso, enfermedades… 
Lo hicieron con paredes de ladrillos, algo simple, para vender los terrenos encima”, explica Schavelzon.

“El sitio está ubicado sobre el límite sur de la ciudad fundada por Juan de Garay en 1580. 
Este límite estaba definido por un arroyo conocido como Tercero del Sur, aunque en los documentos históricos aparece con distintos nombres según se lo fue llamando en distintas épocas: Zanja del Hospital, Primero, Zanjón de Goyo Rivero, Zanja de Viera. 
Hacia el norte, la ciudad llegaba hasta otro arroyo conocido como Zanjón de Matorras. 
De esta forma la estrategia de Garay había sido asentarse en el punto más alto de la meseta pampeana sobre el Río de la Plata, y desaguar hacia ambos cauces. 
El Tercero del Sur tenía sus nacientes en la zona de Constitución y discurría en forma diagonal hasta Chile y Bolívar, recibiendo un tributario en Estados Unidos y Bolívar y otro procedente de Bernardo de Irigoyen y Alsina. 
Las variaciones topográficas marcadas, localizadas al oeste de Bolívar y San Juan, el trazado sinuoso de la calle Chile y su tramo final ancho, antes de llegar a Paseo Colón, evidencian su pasada presencia. 
El vado principal se ubicaba en la calle Defensa, por la cual salía la principal vía de comunicación con la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. 
En otros sectores el zanjón se cruzaba con pequeños puentes colgantes para peatones. 
Hacia el sur de este curso surgió el primer suburbio de Buenos Aires, correspondiente a los Altos de San Pedro, hoy San Telmo, luego totalmente incorporado al núcleo central urbano en el siglo XVIII”, continúan Schavelzon y Girelli.

En la actualidad, la casa es propiedad de un inversor italiano llamado Alberto Carrai. “Vino para hacer un hostel, y como buen italiano, dijo que necesitaba conocer la historia de este edificio, no iba a venir y modificar sin saber. 
Es un tipo culto, que construye en todo el mundo. 
Y además, ellos respetan más la historia material. 
Nos pidió investigar. 
Ahora quedó todo el trabajo por la mitad por la pandemia. 
Su idea es dejar lo que hallamos bajo un vidrio, para poder usar el edificio, circular y poner en vitrinas lo que encontremos”, dice Schavelzon.

“Lo primero que vimos cuando llegamos es el plano oblicuo. 
Algo raro ahí. 
Nadie hace una pared torcida. 
Entonces, sabíamos que pasaba un arroyo. 
Ahora hay un patio, hicimos una búsqueda ahí y vimos que estaba hueco. 
Ese patio lo hicieron porque no pudieron construir encima. 
Había que ver qué había debajo. 
Rompimos una especie de piso de vigas de hierro con cemento, como un techo, y apareció el agujero. 
En algún momento fue usado como depósito, porque había maderas, tablones, basura… 
Para la arqueología, lo más interesante de esta casa es lo que hizo el arquitecto Carlos Pellegrini en la década de 1860, el piso del zanjón. Para que el agua no se profundizara. 
Era de piedra irregular. 
Al hacerlo selló lo previo. 
Entonces, al levantar ese piso ya tenemos claro que es anterior a 1860, los estratos del suelo. 
Nunca nadie tocó lo que estaba abajo. 
Es toda una fuente de información sobre la historia del arroyito que definió el trazado de las calles de la zona sur”, expresa el arqueólogo.

“Actualmente el piso de lo que fue el Tercero es un empedrado irregular de piedras provenientes de la isla de Martín García o el Uruguay, con el mínimo trabajo de canteado para ajustarlas entre sí. 
Las juntas eran de cal y las paredes son muros de ladrillos de diferentes épocas”, concluye Schavelzon.

miércoles, 17 de marzo de 2021

Del empedrado al asfalto. Breve historia de los adoquinados porteños






                       Trabajos de adoquinado en Buenos Aires.Museo de la Ciudad


En el lapso de dos siglos las calles de Buenos Aires dejaron de ser un lodazal para convertirse en transitables y mayormente asfaltadas, dando cuenta de un acelerado proceso de crecimiento urbano.

por Bruno Ivan Correia para Lugares


Imaginemos la siguiente escena. Frente a nosotros una calle. Las lluvias de los días anteriores la han convertido casi en un lago, con sus márgenes llenas de barro. El olor es nauseabundo, los vecinos arrojan su basura y los restos de animales muertos sobresalen del agua como islas.


¿Dónde estamos? Ni más ni menos que a pocas cuadras de la Plaza de Mayo, en algún momento del siglo XVIII.
Trabajos de adoquinado. La mayoría de los de granito de la ciudad provienen de las canteras de Martín García y Tandil.Museo de la Ciudad

Al caminar hoy por Buenos Aires cuesta creer que alguna vez fue así. 
En los últimos 200 años, el progreso urbanístico fue enorme, y la cantidad de cambios que atravesaron las calles porteñas dan cuenta de ese proceso. 
Ya no queda ni una sola de tierra en toda la ciudad.

La crónica de este progreso nace en 1783 con un nombre: Juan José de Vértiz y Salcedo. 
Primero como gobernador de Buenos Aires, y luego como virrey: fue uno de los gobernantes más progresistas. 
Cuando ocupó su cargo ordenó de inmediato las primeras obras de nivelación y empedrado. Fue en la actual calle Bolívar, entre Alsina e Yrigoyen, donde se colocaron los primeros adoquines de la ciudad.

Aunque estas obras implicaron un gran avance no dejaban de ser primitivas. 
Solo se cubrió la calle con piedras irregulares sobre una capa de arena, lo que resultaba muy vulnerable a las lluvias.
A la salida del subte Catedral, se conserva una pequeña porción del empedrado original de la calle Florida.Bruno Ivan Correia

En la calle Florida, que durante el siglo XVIII se llamó Del Empedrado, se ha dejado, como recuerdo, un pequeño parche de este antiguo afirmado.

Aunque esta configuración era buena para las calles normales, en las arterias en las que había alto tráfico se utilizaron las llamadas “trotadoras”. 
Eran grandes lajas de granito que formaban un camino para que pudieran circular los carros sin sufrir traqueteos y vibraciones.
Las trotadoras eran bloques de granito de 50 cm de ancho que sirvieron para que las carretas pudieran transitar por sobre las calles empedradas sin tanto traqueteo.Museo de la Ciudad y Biblioteca FADU

Hoy en día las trotadoras ya no existen. Sin embargo, por su tamaño, que llegaba a ser de 50 centímetros de ancho, pudieron ser recicladas y muchas terminaron convertidas en los cordones graníticos tan típicos de nuestra ciudad. A pesar de todas sus desventajas este tipo de empedrados siguió en uso, en algunas zonas, casi hasta mediados del siglo XX.
Los cimientos de un problema

El progreso del empedrado fue lento y la partida de Vértiz no ayudó a acelerar el avance. Recién hacia la década de 1860 se intentó instalar un mejor adoquinado, con una superficie regular, pero se siguieron usando cimientos de arena y demostraron durar tan poco como el adoquinado irregular. Estaba claro que se necesitaba un salto cualitativo.

Antiguo adoquinado irregular frente a la vieja Casa de Gobierno. Circa 1876.Colección Witcomb. Archivo General de la Nación.

Se realizaron gran cantidad de experimentos. Diferentes tamaños y posiciones de los adoquines y el material usado para los cimientos. 
Incluso se llegó a probar con piedras importadas de Inglaterra para ver si eran mejores que las traídas de la isla Martín García o las de las canteras de Tandil.

No fue sino hasta 1893 que se dio el paso fundamental: se abandonaron los cimientos de arena y fueron reemplazados por cemento Portland.

Con esto se lograron frenar las filtraciones al subsuelo que aflojaban los adoquines. 
Era lo que se necesitaba para lograr calles más firmes y duraderas.
El antiguo edificio del Congreso de la Nación (frente a la Plaza de Mayo, Balcare e Yrigoyen). En la primera imagen, circa 1870, con empedrado irregular. En la segunda, circa 1880, el adoquinado ya es regular.Colección Witcomb. Archivo General de la Nación

Pero no todo fue perfecto. Como siempre, la solución de un problema suele acarrear otros nuevos. 
Al ser más firme el adoquinado, las ruedas de los carruajes producían mucho más ruido; y al ser más duraderos, las piedras se pulían con el constante paso de los carros, y se volvían resbalosos. Cuesta creerlo, pero el debate acerca de la contaminación sonora y el peligro que implicaban los patinazos para peatones y caballos, ocupó varias páginas de los diarios de la época.
La solución en madera

Por eso, los ingenieros de Buenos Aires seguían experimentando. 
Existía otro material, que a pesar de haber sido muy utilizado, no ha dejado huellas en Buenos Aires: la madera.
Adoquinado de algarrobo frente a la Plaza de Mayo.Museo de la Ciudad

El primer gran experimento con adoquines de madera se realizó en la flamante Avenida de Mayo (inaugurada en 1894), y el material elegido fue pino tea. 
Aunque era muy popular en Europa demostró ser un fracaso total en el clima húmedo de la ciudad y el adoquinado duró solo cuatro años.

En 1895 se decidió hacer un experimento con madera nacional de algarrobo. 
Se adoquinaron varias cuadras de las actuales calles Bernardo de Irigoyen y Pellegrini, un área extremadamente transitada. 
Cuando terminó el experimento habían circulado por la zona 3.976.310 carretas, causando poco o ningún daño. 
El algarrobo resultó ser un éxito total y se exportó a ciudades como Londres, París y Roma.
Buenos Aires le donó adoquines de algarrobo argentino a Roma. 1916.Caras y Caretas. Biblioteca Nacional de España

Este material tenía múltiples ventajas. 
Por un lado era mucho más silencioso. No era mucho más resbaloso que la piedra y un testigo afirmaba que una vez que los caballos se acostumbraban a la nueva superficie “casi me atrevería a decir que saben patinar”. 
Y la última, y mayor ventaja, era que por ser producido en el país su costo era extremadamente bajo.

Para la década de 1940, según el Catastro Municipal, convivían en la ciudad todos los tipos de afirmados: los primitivos, de piedra de Tandil o Martín García, de algarrobo y de asfalto.
Esos asfaltos nuevos

¿Asfalto? ¿Pero eso no es algo moderno? Quizás a muchos les sorprenderá saber que el asfalto es tan antiguo como los adoquinados de piedra. La primera aparición registrada data de 1878.

Aunque esos asfaltados tempranos no fueron muy bien recibidos y duraron poco, una segunda prueba, a finales del siglo XIX, dio resultados excelentes. 
Carlos M. Morales, Jefe de la oficina de Obras Públicas en 1898, describió al asfalto como “el que más se aproxima a la perfección”.

¿Por qué no se lo adoptó masivamente entonces? 
Por una cuestión de costos. El algarrobo, más económico, siguió siendo la mejor opción por varios años más. Así el asfalto fue reservado solo para las avenidas más importantes, como las Diagonales Norte y Sur (asfaltadas desde su apertura en la década de 1910) y la Avenida de Mayo.
Avenida Diagonal Sur, hacia mediados de 1920, con asfalto.Museo de la Ciudad

La historia del afirmado porteño es una historia de avances y progreso. 
En 1889 la ciudad tenía 3.000.000 de metros cuadrados adoquinados, para 1910 era de 7 millones y en 1936 llegaba casi a los 19 millones. 
De ese total, el 66% eran de granito, lo que muestra cómo las autoridades porteñas se fueron volcando a él por sus cualidades.

Con esa tendencia ya impuesta, en los últimos 70 años el proceso de avance hacia el asfalto fue lento, pero inexorable. 
La madera fue siendo reemplazada por adoquines graníticos y estos por pavimento. 
El desarrollo de las industrias petroquímicas abarató los costos de este último, que se vio alentado y favorecido por el crecimiento del parque automotor. 
Todavía algunas calles porteñas adoquinadas nos traen el traqueteo de una ciudad que andaba a otro ritmo, más lento. 
Hay quienes las transitan con nostalgia, otros con incomodidad. 
Huellas de una historia que se escribió vertiginosamente, y que, como Buenos Aires, no se detiene.


lunes, 15 de marzo de 2021

Bauer y Bordet fimaron un convenio para poner en valor el Palacio San José

 nota de prensa

Se trata del edificio histórico más importante de la provincia de Entre Ríos.

El ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, visitó ayer la provincia de Entre Ríos para firmar, junto al gobernador, Gustavo Bordet, un convenio de colaboración y cooperación destinado a la conservación y la puesta en valor del Palacio San José y el Museo Monumento Nacional “Justo José de Urquiza”.

Participaron del acto la secretaria de Cultura de la provincia, Francisca D'Agostino; la secretaria de Patrimonio Cultural del Ministerio, Valeria González; la directora Nacional de Museos, Marisa Baldasarre; la directora de Gestión Patrimonial, Viviana Usubiaga, y el jefe del Despacho del Palacio, Norberto Iribarren.

“Este Palacio es patrimonio de todos los argentinos y está muy fuertemente afianzado a nuestra historia”,  señaló Bauer y recalcó “el compromiso de dar lo mejor de nosotros, desde nuestro Ministerio y en forma conjunta con la Gobernación, para ponerlo de pie para que cuando vengan nuestros niños y niñas con sus colegios entiendan la memoria que guardan estas paredes y estos muros y desde esa historia, construir un futuro más hermoso y justo”, completó.


Para el gobernador Bordet se trata de un monumento “muy deteriorado por el abandono durante los últimos cuatro años que necesitaba tener esta posibilidad de recuperar su esplendor”. “Estamos no solo para convenir las obras que se harán, sino también para ponernos de acuerdo en cómo ponemos en valor este edificio que tiene una importancia desde la historia por los acontecimientos, los sucesos que han ocurrido aquí y también por lo que representa patrimonialmente”, explicó.

El Palacio San José es el edificio histórico más importante de Entre Ríos por su arquitectura exquisita y por la vegetación que lo rodea. 

Construido en el medio del monte entrerriano a partir de 1848, fue la residencia de Justo José de Urquiza, primer presidente constitucional de Argentina.

Está conformado por 38 habitaciones y cuenta con siete antiguas dependencias de servicio, dos jardines, 40 hectáreas de parque, dos patios, un lago artificial y una capilla con la cúpula decorada por el pintor Juan Manuel Blanes. En 1935, fue declarado Monumento Histórico Nacional y al año siguiente se convirtió en museo.

Su puesta en valor es un hecho trascendente que busca recuperar el cuidado y el valor que merece el patrimonio cultural de todos los argentinos y argentinas.  "Museo emblema, sin duda, de la historia y la identidad de esta querida provincia de Entre Ríos, pero también fundamental para todas las argentinas y los argentinos no solo por su incalculable valor arquitectónico sino también por su valor natural. Patrimonio del siglo XIX que se extiende hacía el siglo XXI, es también un símbolo de la Confederación, ese otro modelo de federalismo que quizás en nuestra historia dominante haya perdido algunas batallas, pero que sin duda es un faro que nos tiene iluminar para seguir nuestras políticas", valoró por su parte la secretaria de Patrimonio Cultural, Valeria González.

El  ministro Bauer también se refirió en el acto al concepto de federalismo: "qué palabra tan importante en estos tiempos. Para nosotros una de las banderas claves de nuestro Ministerio es la diversidad cultural y no puede haber diversidad cultural en la República Argentina sin federalismo".

Para el funcionario un "altísimo porcentaje” de museos e instituciones culturales están concentrados en Buenos Aires. “Por eso la tarea que tenemos por delante de descentralizar y tener una verdadera representación federal es fundamental", explicó.

En ese marco, Bauer destacó la inversión que el Ministerio de Cultura de la Nación viene realizando en la provincia para atender las consecuencias de la pandemia de COVID-19. “En Entre Ríos llevamos una inversión de 76 millones de pesos, han recibido las asistencias del Ministerio 860 artistas y trabajadores de la cultura y 178 espacios culturales”. "Eso hasta ahora, pero vamos a seguir mientras esperamos con más esperanza que la pandemia pase de la mano de la vacunación”.

martes, 9 de marzo de 2021

Destacan labor de arquitectas mexicanas en estaciones del Tren Maya




por Fernanda Hernández para Centro Urbano
Las profesionales mexicanas apuestan por una arquitectura sustentable, que favorezca el desarrollo de las comunidades aledañas a las estaciones del Tren Maya

En el marco del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora el próximo lunes 8 de marzo, la industria destaca la labor de dos arquitectas mexicanas que colaboran en el desarrollo del Tren Maya.

Se trata de Gabriela Bojalil, con su despacho DAFDdf, y Ana Elena GayAranda, del despacho AE GAYARANDA, quienes han realizado el diseño arquitectónico de las estaciones Palenque y Chichén Itzá; mismas que incluyen un polo de desarrollo para las poblaciones.

Además, los anteproyectos arquitectónicos integrales de ambas estaciones están diseñados, principalmente, para generar un impacto positivo para el medio ambiente y la comunidad. 
Las propuestas buscan potenciar la zona y generar el progreso que sus habitantes necesitan; con lo que se contribuye al bienestar de México y sus visitantes.

La estación de Palenque es de demanda media y de carácter turístico; y contará con cuatro vías y dos andenes. 
Ésta será la primera estación de la ruta de 1,500 kilómetros del Tren Maya, y se ubicará en el terreno del antiguo aeropuerto de Palenque, Chiapas.

El concepto arquitectónico retoma la máscara de Pakal y se conforma por un edificio con grandes cubiertas inclinadas, con un porcentaje de techos verdes en dos niveles. 
Asimismo, tendrá zonas públicas y andadores con locales de servicio, técnicos y comerciales; una plaza y jardines que evocan la selva chiapaneca; y en el sótano se localizará una estación multimodal y áreas de servicios.



En tanto, la estación del tren en Chichén Itzá fungirá como portal de acceso al sitio arqueológico. Fue diseñada con fines sustentables y como un punto de encuentro para convivir, disfrutar y realizar actividades comerciales, culturales y gastronómicas.

La estación contará con una plaza de recibimiento al aire libre, con un corredor gastronómico, un centro de transferencia modal y un corredor turístico y comercial. Además, será de demanda alta y formará parte del tramo 4 del Tren Maya.

Su diseño contiene en sus formas tres elementos esenciales del mundo maya:
El Arco Maya
La Ceiba- árbol sagrado para los mayas que representa el centro de la tierra
La Geometría sagrada de la piel de la serpiente

Adicionalmente, la estructura de la estación representa una serpiente, que evoca la transición de la vida contemporánea hacia el misticismo maya. De manera que el proyecto fusiona la arquitectura, el diseño urbano y de paisaje, conservando el ecosistema y raíces mayas.




Las profesionales mexicanas apuestan por una arquitectura sustentable, que favorezca el desarrollo de las comunidades aledañas a las estaciones del Tren Maya. 
Ambas resultaron ganadoras de la licitación convocada por Rogelio Jiménez Pons, director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), en 2019.

miércoles, 3 de marzo de 2021

Barrio de Belgrano - Memoria visual de Buenos Aires

 Memoria visual de Buenos Aires

Este es un video realizado por Memoria Visual de Buenos Aires

“Memoria Visual de Buenos Aires” es dirigido por los arquitectos Graciela Raponi y Alberto Boselli viene desarrollándose desde hace casi tres décadas en sucesivos y conexos proyectos bianuales y trianuales, en el IAA-FADU-UBA, con el apoyo de investigadores de ese Instituto, del Centro de Arqueología Urbana y otras instituciones.
Hay una continuidad de más de veinticinco años de proyectos con resultados verificados que postulan un programa permanente de investigaciones sobre la ciudad uniendo fuerzas con los otros grupos del IAA que abordan el campo de la Historia Urbana.


Memoria Visual de Buenos Aires es un intento por reconstruir los procesos de gestación y transformación de la ciudad. 
Desde la última década esa transformación está siendo registrada en imágenes satelitales y desde edificios altos. El pasado también está documentado visualmente, pero en registros infinitamente dispersos. La ciudad del siglo XIX en su segunda mitad fue fotografiada y la del siglo XX fotografiada y filmada. Casi la totalidad de la Buenos Aires actual se gestó y desarrolló en los últimos ciento treinta años, por lo tanto se puede decir que todo ese proceso está testimoniado por miles de imágenes que son fidedignas pero que requieren investigación. Incluso lo anterior es avistado desde antes de 1850 por el daguerrotipo. La realidad física rescatada en esas primeras imágenes mecánicas es la de una modesta ciudad construida en ladrillo cocido en los cien anteriores años. Los dos primeros siglos de construcciones en adobe fueron borrados por las lluvias, pero subsiste el trazado en damero de su amanzanamiento original.


Fundada en 1582 en la costa del Río de la Plata, la actual Capital de la República Argentina tuvo un débil impacto sobre el medio natural en sus primeros tres siglos de existencia. 
Pero en los últimos ciento treinta años inició un formidable desarrollo urbano que en pocas décadas convirtió a esa “gran aldea” en una de las metrópolis portuarias más importantes de Sudamérica y del mundo.

Los archivos de fotografía urbana y de los demás documentos icónicos, desde los dibujados artesanalmente como la cartografía, hasta los registrados en soporte fílmico, digital, etc., proveen los eslabones para reconstruir ese itinerario en el tiempo. 
Ordenar cronológicamente y hallar los nexos entre estos eslabones es la forma de lograr montajes que hacen visible ese crecimiento y transformación de la ciudad. Estos montajes audiovisuales son fruto de más de veinticinco años de investigaciones llevadas a cabo en el Instituto de Arte Americano (IAA) de la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) confluyendo hacia un programa cuyo objetivo es el rescate de la Memoria Visual de la Ciudad.