lunes, 9 de enero de 2017

Mar del Sud-Boulevard Atlántico

Mar del Sud-Boulevard Atlántico
Pablo Grigera, arquitecto

Los pasajeros del "Pampa" y su estadía en el Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud. 1ra Parte.

Hotel Boulevard Atlántico. Mar del Sud. Año 1945. Archivo Pablo Grigera

El 8 de agosto de 1889, y paralelamente a la llegada del Weser a la Argentina, el Banco Constructor de La Plata, entidad financiera fundada en Buenos Aires en 1884 y con sucursales en La Plata y La Boca, compraba unas tierras al sur del arroyo La Carolina en el Partido de General Pueyrredón[1]. Junto con esa compra adquiría también el plano con la traza de un poblado realizado por el agrimensor Juan E. Moy al que se denominará Boulevard Atlántico. A partir de este hecho, producido en sintonía con el crecimiento de Mar del Plata como centro balneario, se iniciará la construcción de un hotel que servirá de hito a la nueva población: el Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud.[2]

Reseñar este hecho implica también adentrarse en el estudio de la situación política y económica de nuestro país, por esos años, ya que el surgimiento del Banco Constructor de La Plata como entidad bancaria refleja la aceptación por parte del gobierno nacional de la formación de instituciones financieras que serán protagonistas principales de la crisis económica del país y que hará eclosión en 1890. Esta crisis, de la cual el banco y principalmente su director Carlos Mauricio Schweitzer no fueron ajenos, generará la venta del hotel en construcción en agosto de 1890, por parte del Banco Constructor de La Plata, a la Cía Argentina del Riachuelo compañía íntimamente ligada a los intereses del Sr Schweitzer, el verdadero cerebro de la compra de las tierras y de la construcción del hotel.
La importancia del Banco Constructor de la Plata fue tal que llegó a ser la tercera institución bancaria de nuestro país. Su operatoria principal consistía en la compra y venta de tierras a las cuales trazaba y loteaba para luego ser vendidas en publicitados remates. Hay que recordar que la ciudad de La Plata estaba recién fundada por lo que los terrenos aledaños eran fuerte presa de la especulación inmobiliaria así como también el alquiler de viviendas que crecían a un ritmo sostenido. Este será el ámbito de negocios en el que se movía el banco por lo que la apuesta de extender su operatoria a otros lugares del país no era extraña, pero es de hacer notar que la compra de los terrenos de Boulevard Atlántico deben ser considerados, no como una apuesta económica a futuro del banco sino un negocio personal de su director, Carlos Mauricio Schweitzer.
El 15 de diciembre de 1891 arriba al puerto de Buenos Aires procedente de Le Havre y con escalas en Burdeos, Paulliac[3], Tenerife, y Montevideo, el vapor de bandera francesa Pampa, perteneciente a la compañía Chargeurs Reunis. De allí que se conozcan como “Pampistas” a los pasajeros de este vapor.
En su pasaje se encontraban 818 inmigrantes judíos rusos que escapando de los progroms y persecuciones de la Rusia Zarista se habían congregado en Estambul esperando el ansiado viaje hacia Palestina. La negativa de las autoridades turcas y la difícil adaptación a un medio hostil habían convertido a la ciudad en un gran campo de refugiados con enormes problemas sanitarios y de alimentación. La ayuda de las organizaciones judías europeas como la Alliance Israelite Universelle era insuficiente y es aquí donde toma protagonismo el Barón Mauricio de Hirsch, célebre banquero alemán que había hecho su fortuna con la financiación, gestión, construcción y explotación de líneas férreas en el Imperio Otomano incluyendo la red que unía Viena con Estambul.
Si bien el Barón contribuía económicamente desde mucho tiempo atrás con la Alliance Israelite Universelle, la muerte de su único hijo Lucien, en 1887, será el detonante que determine el empleo de gran parte de su fortuna para tratar de organizar cursos de acción que permitieran paliar la situación de los judíos rusos. Hirsch creía en la necesidad de encarar el tema de la emigración de dicha población a nivel masivo, a diferencia de la posición de la Alliance, que trataba de negociar mejores tratos y posibilidades educativas con el gobierno ruso. Es por ello que el Barón ordena realizar estudios que permitiesen constatar la viabilidad de la emigración a Palestina y América del Norte, los cuales resultaron en una primera instancia negativos.
Será un hecho fortuito el que llegue a oídos del Barón Hirsch la noticia de la existencia de un grupo de inmigrantes judíos de la región de Podolia, llegados en agosto de 1889 en el vapor Weser, que habían quedado varados en la República Argentina al ser modificadas las condiciones previamente pactadas en relación a la compra de las tierras para su asentamiento[4]. Willhelm Loewenthal, médico de origen rumano contratado por el gobierno Argentino para determinar las condiciones de aclimatación de inmigrantes europeos en las distintas regiones de nuestro país, es quien toma contacto con ellos dando aviso a las autoridades nacionales y a las organizaciones europeas buscando el apoyo necesario. A partir de este hecho será Loewenthal quien trazará un plan de inmigración que logró interesar al Barón Hirsch y que este tomará como propio comprometiéndose a fundar colonias en la Argentina.
El 24 de agosto de 1891 funda la Jewish Colonization Association “para asistir y promover la emigración de los judíos de todas partes de Europa y Asia” con un capital de 50 millones de francos oro depositados en el Banco Rotschild de Londres. Previamente a ello, Hirsh nombra a Loewenthal como su representante para organizar todos los trabajos previos a la llegada de los inmigrantes bajo el nombre de Empresa Colonizadora Barón Hirsch.
Finalmente en diciembre de 1891 se firma la escritura mediante la cual el Barón adquiere las tierras de Palacios que incluían la colonia llamada Moises Ville, que pasará a ser la segunda colonia del Barón en la Argentina, por lo que queda claro que las actividades del delegado del Barón por esos tiempos, y coincidente con la llegada de los Pampistas, lo mantenían extremadamente ocupado.
Si bien la historia de los Pampistas esta profusamente estudiada, los libros o escritos referidos a ella son de fines de la década del 40’, en el caso de Recuerdos de un Militante Socialista de Enrique Dickman, de fines de los 50’, con la aparición de Tierra Soñada de José Lieberman, y de los 60', para la obra de Lázaro Schallman, Historia de los Pampistas. Escritos previos reseñaron también esta epopeya, sirviendo de referencia a las obras antes mencionadas, pero en todos estos casos exponen una historia acontecida casi 60 años antes de la aparición del primero de ellos.
Por otro lado, a diferencia de estos autores que, o bien tuvieron en sus manos los documentación histórica existente sobre el periplo o pudieron tener de primera mano los testimonios de los viajeros, las facilidades tecnológicas actuales han permitido el cruce de la información existente, no sólo en el país, sino también en Israel, Europa y Estados Unidos, con lo cual se han abierto nuevas perspectivas de estudio a más de 120 años de sucedidos los hechos.
La aparición del listado original completo del barco ha abierto enormemente el camino para investigar aspectos poco conocidos del periplo y de la composición del pasaje, así como también al enfocar la investigación sobre los Pampistas, no a partir del estudio inicial de la inmigración judía a la Argentina, sino a partir de las investigaciones relacionadas con la estadía del grupo en el Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud. Esto ha permitido abrir el tema a nuevas revelaciones y teorías relacionadas con esta epopeya.
A partir de la llegada del barco al puerto de Buenos Aires el tema de la ubicación de los recién llegados se comienza a tornar preocupante ya que aún no se habían adquirido las tierras de Entre Ríos. El gobierno Argentino había establecido con Loewenthal la imposibilidad de que el grupo permaneciera en Buenos Aires ya que el permiso establecido, temerosos de que estos pudiesen radicarse en ciudades ejerciendo sus variada profesiones en detrimento de la actividad agrícola para cuyas labores venían al país, tenía un plazo de estadía en el Hotel de Inmigrantes de 15 días. A esto hay que sumarle los problemas surgidos allí, ya que ninguna autoridad de peso de la JCA había ido a recibirlos al puerto, Loewenthal se encontraba ocupado con los enormes problemas surgidos en Colonia Mauricio[5] con los primeros grupos de inmigrantes llegados a partir de julio de 1891 y recién se hará presente luego de pasados tres días de la llegada del barco. Loewenthal viajará a Mauricio el 26 de diciembre ante los estragos sufridos por un temporal que afectó a la localidad alejándolo de los problemas que también habían surgido en el Hotel de Inmigrantes. La existencia también de mafias tratando de atraer mujeres al negocio de la prostitución y sembrando dudas de las reales intenciones del Barón contribuirán a crear un clima adverso, siendo una influencia nefasta con la que debieron lidiar los recién llegados.
No es casual entonces que se firmara un petitorio por parte de los pasajeros del Pampa expresando estos temores al Director General de Inmigraciones firmado por 201 personas, es decir, si consideramos que el pasaje del Pampa estaba conformado por aproximadamente 150 familias y 72 solteros, esas firmas debieron reflejar la voluntad de la casi totalidad del pasaje.[6]
Será por estos días en que los delegados del grupo son anoticiados por la Dirección Nacional de Inmigración de la existencia de negociaciones para resolver el problema de la instalación temporaria de los recién llegados. Según Schallman[7], Loewenthal recibe un telegrama el 10 de diciembre desde Mar del Plata, del secretario de la oficina local del Departamento General de Inmigración, abriendo la posibilidad de gestionar la instalación del grupo en el Hotel Boulevard Atlántico, pero también es cierto que los diarios de Buenos Aires publicitaban desde enero de 1891 el alquiler del hotel y desde julio su venta. Quizás todo esto reafirme que las negociaciones de los representantes del Barón y los propietarios del hotel fuesen iniciadas antes de la llegada del barco a Buenos Aires ante la perspectiva cierta de no poder solucionar el tema de la compra de las tierras de Entre Ríos.
continuará


Esta ponencia fue presentada en las Jornadas celebradas en conmemoración del 125 aniversario de Moises Ville y de la Colonización Judía Agraria y organizado por el Museo Comunal de la Colonización Judía, Rabino Aarón Halevi Goldman de Moisés Ville, Santa Fé, el Seminario Rabínico Latinoamericano Marschall Meyer, el CEMLA y el Instituto IWO de Buenos Aires. Moises Ville, 14 de agosto de 2014.

[1] En septiembre de 1891 El partido de Gral Pueyrredón se divide en dos creándose uno nuevo que recibirá el nombre de Gral Alvarado con centro en la ciudad de Miramar. Esta ciudad fue fundada a instancias de Fortunato de la Plaza en 1888 y trazada por el ingeniero Rómulo Otamendi y el agrimensor Juan E. Moy, el mismo que realizará la de Mar del Sud al norte del arroyo La Carolina, y la de Boulevard Atlántico, al sur de dicho arroyo.

[2] Un año antes surgirá al norte del arroyo la Carolina y a instancias de una sociedad anónima formada por el ingeniero Rómulo Otamendi, el Dr Rafael Herrera Vegas, Julio Goyena y Juan Bautista Otamendi, un proyecto urbanístico de centro balneario que se denominó Mar del Sud y cuya traza en la actualidad es casi inexistente. De allí que hoy se consideren a las dos poblaciones unificadas bajo el nombre de Mar del Sud, pero conservando sus nombres originales en dos circunscripciones diferentes: la V para Mar del Sud y la VI para Boulevard Atlántico, que es la única que realmente se desarrolló.

[3]La mención de la escala en Paulliac, en las cercanías de Burdeos, es un dato sumamente interesante, ya que allí se encontraba ubicada la propiedad del Barón Rotschild en el cual pernoctaron los Pampistas, luego del largo viaje que implicó salir desde Estambul hacia Marsella en el Barco Galatz, y del posterior viaje en tren a Burdeos. Lo sorprendente de este hecho son los testimonios referidos a la revuelta originada a partir de la visión del barco fondeado frente a Paulliac por el pequeño tamaño que este tenía. Esto determinará el cambio de lugar de embarque a Burdeos que contaba con instalaciones portuarias un poco más adecuadas que las de Paulliac.
[4] Un dato interesante es que las tierras originariamente adquiridas en la colonia Nueva Plata pertenecían a Rafael Hernández, hermano del autor del Martín Fierro, pero el incremento en el valor de la tierra a causa de la especulación reinante en esos años determinan, por parte de Hernández, la rotura del convenio. Este hecho desnuda el vínculo que existía entre los terratenientes y las oficinas de inmigración e instituciones bancarias, deseosos de vender tierras a los inmigrantes que arribaban a nuestro país. Hernández era asimismo accionista del Banco Constructor de La Plata, cuya principal actividad era la compra y venta de tierras, pero en el caso de la colonia Nueva Plata el banco interviniente fue el Banco Colonizador.
Con posterioridad le son ofrecidas al grupo tierras al norte de la Provincia de Santa Fe, propiedad del terrateniente Pedro Palacios, donde Loewenthal los encuentra a la espera de que les fuesen entregadas las tierras.
[5] Colonia Mauricio en las cercanías de Carlos Casares es la primera colonia del Barón en la Argentina poblada con los inmigrantes arribados a partir de junio de 1891 en los barcos Lissabon, Dom Pedro, Tijuca, Bahía, Paraguassu, Petrópolis y otros más.
[6] Los viajeros del Pampa se mostraban temerosos de ser utilizados como esclavos y de allí sus temores al ser propuestas localidades del interior de nuestro país como albergue temporario. Este es el caso de los poblados forestales del norte de Santa Fe como las colonias Florencia y Basail que fueron descartados debido a lo leonino de las condiciones propuestas.
Un dato de interés es la mención de que Loewenthal los había amenazado con ser enviados a recoger papas a un hotel y que los haría llevar presos por tres días con agua y pan a los que no quieran trabajar. Queda claro que esta amenaza tiene como referencia al Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud.
[7] Lázaro Schallman. Historia de los Pampistas. Biblioteca Popular Judía 47. Buenos Aires. Editado por el Congreso Judío Latinoamericano.1969

Los pasajeros del "Pampa" y su estadia en el Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud. 2da Parte.
A partir de los problemas surgidos en el Hotel de Inmigrantes, Loewenthal escribe al Barón con fecha 21 de diciembre informándolo de la situación: “los estambulenses rehúsan aceptar instalación provisoria. Exigen colonización definitiva inmediata o regreso a Europa”. El 22 de diciembre Hirsch responde el telegrama diciendo que “la descarada pretensión de los estambulenses es inadmisible… espero que renovéis con los estambulenses la imperdonable debilidad empleada en Mauricio”[1]
Se decide finalmente conformar una comisión para viajar a Mar del Sud y verificar las condiciones de alojamiento que el hotel presentaba, periplo que insumirá varios días, por lo que es improbable que, luego de lo positivo de los informes traídos por los comisionados, los viajeros del Pampa partieran para Mar del Sud antes de principios de 1892.
En octubre de 1891 la Cía Argentina del Riachuelo vende el hotel a Tomás McDermott, suegro del Sr Schweitzer, con lo que queda claro que a pesar de que la propiedad pasaba nuevamente a manos de allegados o familiares del Sr Schweitzer, su influencia seguía siendo determinante. Prueba de ello es que a fines de 1891 es enviado a constatar los avances de la construcción del Hotel Boulevard Atlántico[2] su hijo Carlos, de 15 años de edad, quien se radica en la propia construcción ante la carencia de edificación alguna en el lugar. Quizás, podamos teorizar, que el Sr Tomás Mc Dermott o el mismo hijo del Sr Schweitzer, Carlos, hayan tenido contacto con los recién llegados, los que se convertirán así en los primeros huéspedes del hotel.
Hay que que entender también que el alquiler del hotel fue un buen negocio para Schweitzer ya que le permitía no sólo costear los gastos de su construcción, sino también pensar en poder establecer contactos profesionales con los delegados de un hombre de la importancia económica del Barón y de la cual seguramente conocía su poderío. Para Loewenthal debió ser una actitud desesperada, una solución transitoria que le permitiera ganar tiempo, ya que hay que descartar la idea de una posible radicación en el área. Quizás haya que asociar todo esto con la total imprevisión de estos primeros tiempos de la historia de la colonización judía en la Argentina, que le costará el puesto a Loewenthal y la pérdida de confianza por parte del Barón Hirsch, que años más tarde y ante un pedido de ayuda de la mujer e hijos de Loewenthal, (fallecido en 1894) se las negará.
No existen registros del traslado desde Buenos Aires a Mar del Sud, los testimonios refieren al viaje en tren desde Constitución hasta Mar del Plata, viaje que debió insumir un gran número de vagones de ferrocarril, por lo que es posible que el convoy haya hecho el recorrido fuera del horario habitual. Desde Mar del Plata se trasladarán hasta Mar del Sud en carretas, (José Lieberman menciona el uso de 60 ellas) y que insumirán dos días de travesía.
Una de las grandes incógnitas que presenta esta historia es determinar el número de Pampistas que viajaron a Mar del Sud. Lieberman menciona que luego de los problemas surgidos en el Hotel de Inmigrantes aproximadamente 200 regresaron a Europa, mientras que Noe Cociovich[3] afirma que algunos también fueron enviados a Moises Ville. Otras teorías afirman que el grupo original se mantuvo unido hasta el retorno a Buenos Aires en marzo-abril de 1892 y que antes de su viaje final a las colonias de Entre Ríos otro grupo de aproximadamente 200 personas retornó a Europa.
A mi criterio es difícil imaginar que el hotel pudiese albergar 818 personas ya que sólo contaba con 70 habitaciones la mayoría de las cuales eran de dimensiones reducidas. Lieberman afirma que el grupo de solteros pernoctaba en tiendas en las cercanías del hotel pero que desarrollaban el resto de sus vidas en el hotel por lo que el grupo que llegó a Mar del Sud no debió superar las 400 o 500 personas.
La vida en el hotel debió implicar también una importante organización en relación a la logística necesaria para alimentar al grupo, hay testimonios también de casamientos y festejos en sus instalaciones y es cierto también que muchos vínculos se iniciarán en el transcurso de esa estadía para luego concretarse ya asentados en Entre Ríos. Es interesante constatar la cantidad de matrimonios realizados entre Pampistas y los vínculos establecidos entre ellos que perdurarán en el tiempo.
En enero de 1892 se produce también una epidemia de tifus, algunos autores mencionan la posibilidad de psitacosis, pero lo cierto es que la salud de los recién llegados al puerto de Buenos Aires presentaba diversas enfermedades, por lo que es posible que haya detonado en Mar del Sud.
Lo cierto es que a causa de ellos se produjo la muerte de numerosas personas, según testimonian los sobrevivientes. Lieberman menciona su cantidad en decenas, mientras que Schallman no hace mención a la cantidad de fallecidos. Otros testimonios refieren al fallecimiento de 25 menores y un adulto, datos que a mi criterio son acertados, de acuerdo a las investigaciones realizadas a la fecha, cotejando en los distintos documentos con los que contamos. Según los testimonios fueron enterrados al otro lado del arroyo La Tigra.
Entender el hecho de la existencia de este posible cementerio obliga no sólo a adentrarse en el estudio de la documentación que existe sobre el tema sino también hurgar en los distintos testimonios de los viejos pobladores del lugar. Algunos de ellos informan de la aparición, años atrás, de restos humanos en las cercanías del arroyo, inclusive también a partir de la construcción de alguna vivienda de la zona, pero lo cierto es que mucho ha cambiado la topografía del lugar desde aquellos tiempos. Hay que recordar que el movimiento de la arena es continuo y quizás hoy se encuentre el sitio cubierto por toneladas de arena. Laureano Clavero ha probado la existencia de esas variaciones topográficas del sector a partir del cotejo de diversas fotografías.
Por otro lado la ubicación exacta del lugar debió tomar como referencia la única construcción existente del lugar: el hotel, por lo que es probable que el cementerio se halle perpendicular al hotel y a la vera del arroyo antes citado.
En la década del 40 se tuvieron noticias del hallazgo de restos humanos en Mar del Sud. Testimonios refieren a los comentarios realizados sobre este hecho pero que no han quedado plasmados en documentación alguna. Años más tarde, y según lo informa el Colono Cooperador de febrero de 1954, partió una comisión de descendientes de Pampistas desde Mar del Plata a inspeccionar el lugar y verificar su existencia. Desgraciadamente desconocemos si esta comisión logró detectar su ubicación o la presencia de los restos de los que fallecieron allí.
Entre marzo y abril de 1892 el grupo emprenderá el regreso en tandas a Buenos Aires, algunos de ellos quedarán en Mar del Plata curándose de la epidemia, otros permanecerán en Buenos Aires, una pequeña parte se radicará en distintos puntos de nuestro país, como así también un importante número de ellos retornará a Europa para luego, en la mayoría de los casos, emigrar a Estados Unidos, mientras que el resto continuará viaje hacia Entre Ríos donde se radicarán definitivamente.
Quizás haya que mencionar que el asentamiento en Entre Ríos todavía deberá esperar un tiempo ya que las tierras aun no estaban listas por lo que el grupo permanecerá en las afueras de Basavilbaso hasta que fuese posible su radicación definitiva. Esta se hará principalmente en dos colonias: Clara, especialmente en las aldeas de Rosch Piná, Miguel y Rachil, y en San Antonio, donde se asentó otro gran grupo de Pampistas.
Hacia 1895, de los 818 Pampistas llegados al país sólo permanecían en la Argentina alrededor de 400, habiendo emigrado el resto a Europa y Estados Unidos. Pocos años después, hacia 1906, gran parte de los viajeros ya se hallaban radicados en las ciudades y unos pocos permanecían en las colonias.
De los Pampistas y sus descendientes muchos han tenido una destacada actuación en nuestro país y su recuerdo se transmitirá de generación en generación convirtiendo al hotel en un lugar de visita obligado.



Palabras finales




Desde hace muchos años vengo estudiando la historia de los Pampistas, no sólo a partir del hecho histórico de su viaje a la Argentina, sino también tratando de entender su estadía a partir de mis estudios sobre la arquitectura e historia del Hotel Boulevard Atlántico de Mar del Sud. En estos últimos años junto con Graciela Rotman hemos emprendido el estudio de este periplo profundizando en las distintas historias personales recabadas en las familias Pampistas que se radicaron en Entre Ríos como también en la de los que emigraron a Estados Unidos. Para ello no basta recabar datos sólo en la Argentina ya que muchas de las respuestas a nuestros interrogantes se hallan fuera del país: muchos en EEUU, otros en Israel, así como también en Europa. Esperemos que estas investigaciones puedan ser plasmadas en el tiempo ya que profundizar en la historia de los Pampistas permite comprender que el periplo por ellos realizado ha tenido su correlato también en tiempos posteriores.
Por otra parte cabe resaltar que a partir del año 2012 el hotel fue devastado en coincidencia con un proyecto de puesta en valor que el municipio de Gral Alvarado hizo propio, destruyéndose por completo el contrafrente del edificio y desapareciendo del lugar más de 44 carpinterías, 174 postigones de sus patios, (aquellos mismos en los que transcurrió la vida cotidiana de los Pampistas) centenares de metros cuadrados de pinotea, 84 metros lineales de barandas de sus galerías y tirantes, todos con más de 120 años de edad y de un valor patrimonial enorme para el Partido de General Alvarado.
En el año 1988, y coincidente con el centenario de Miramar, fue colocada en Mar del Sud una placa recordatoria del hecho a instancias del Dr Samuel Grinblat y una subcomisión de descendientes de los Pampistas , la cual, pese a sus errores históricos, fue el primer y único testimonio hasta el día de hoy de la epopeya de los viajeros. Desgraciadamente, unos pocos años después, la misma fue vandalizada y permanece desde entonces en custodia en la Delegación Municipal del lugar.
Esperemos que las autoridades municipales puedan comprender la importancia de restituir la placa al sitio que ocupaba, salvar sus errores históricos con otra que los recuerde, y así los Pampistas puedan tener, en el lugar en el que permanecieron por más de 3 meses, el homenaje que aún les debemos.

[1] Años después el Barón planteaba que la rebelión de los Pampistas se debió al contacto con “parte de la población de Buenos Aires conocida como absolutamente dañina” y que hubiera alojado a los viajeros en el mismo barco y no en el Hotel de Inmigrantes y luego enviado a los viajeros por tandas al lugar de radicación definitivo.
[2] El Hotel Boulevard Atlántico es un edificio academicista con un marcado eje de simetría cuya planta en peine determina la existencia de dos patios, enmarcados hoy por palmeras centenarias, lugar donde se desarrollaba la vida del hotel. Cuenta con aproximadamente 70 habitaciones divididas en dos plantas, con un cuerpo principal de habitaciones y alas a las que se accede a través de galerías. Su importancia radica en mantener esos lineamientos tan típicos de la arquitectura de fines del siglo XIX, las técnicas constructivas utilizadas y preservar aún muchos de sus materiales originales que han sobrevivido al paso del tiempo. Se desconoce su autoría pero existen teorías que permiten suponer que el arquitecto-ingeniero Juan Buschiazzo no pudo estar ajeno al hecho de su construcción, siendo arquitecto del Banco y habiendo realizado otros encargos profesionales como el pasaje Juarez Celman en Tres Esquinas, Barracas.
[3] Genesis de Moises Ville. Noe Cociovitch. Editorial Mila.


Videos
Hotel Boulevard Atlántico en TN. Parte I.
Hotel Boulevard Atlantico en TN Parte 2

sábado, 7 de enero de 2017

Bar de Fondo



Bar de Fondo
Me gusta mirar Buenos Aires desde la mesa de un bar. Volverla ficción. Y soñarla entre papeles

jueves, 5 de enero de 2017
por Carina Migliaccio
Café Tortoni Av. de Mayo 825
El café Tortoni es considerado el bar más emblemático de Buenos Aires. Escribir sobre él me parece una tarea inabarcable. Pero lo voy a hacer a mi modo. Con mi propia sensibilidad. No voy a contar todo pero voy a contar lo que significa para mí, y lo que me transmite.
El Tortoni, para mí, es fundamentalmente el lugar en donde mi papá tomaba la leche merengada más rica de la ciudad. Y esa declaración me despertaba una curiosidad infinita. Porque cuando yo era chica sólo conocía eso que decía la canción: "me da leche merengada/ ay que vaca más salada".
Pasaron varios años hasta que mi papá me llevó con él a probar la famosa leche. Y muchos años más para que yo, ya adulta, descubriese el placer de sentarme en la mesa de un bar a tomar un café.
Esta vez vuelvo al gran Tortoni para escribir la crónica. Y lo hago una tarde en la que curiosamente no hay fila de turistas agolpados a sus puertas. Así que tengo todo el espacio y todo el tiempo para recorrerlo.
Qué imponente es. Qué bello. Cuántos cuadros, fotos, carteles, dibujos, se exhiben en sus paredes. Y esos vitrales en los techos. Es una maravilla.
Es el bar más antiguo de Buenos Aires, que sigue en funcionamiento. Fue fundado en 1858 por un inmigrante francés llamado Touan, que tomó el nombre y se inspiró en el Tortoni de París. A finales del siglo XIX fue comprado por otro francés, Celestino Curutchet, quien le dio ún más brillo.
Otro hito importante fue el de la apertura de su entrada por la flamante Avenida de Mayo, en el año 1894 un 26 de octubre (y por eso se declaró esa fecha como el día de los bares notables)
El edificio es de estilo neoclásico. Su fachada fue realizada por el arquitecto Christophersen.
Y de nuevo viene a mi memoria y a mi corazón la imagen de mi padre, también arquitecto. Como si estuviese sentado junto a mí en esta mesa de mármol, susurrándome detalles de su estilo. Diciéndome por ejemplo que las columnas tienen capitel jónico.
En el salón central hay casi cien mesas de mármol veteado verde y blanco, con elegantes sillas de roble y sillones de cuero.
Al fondo tres salones: el salón César tiempo, donde antiguamente funcionaba la peluquería; la sala Alfonsina Storni, antes salón de familias; y el salón Eladia Blázquez, que en sus inicios fue salón de billares.
Por sus mesas pasaron Borges, Alfonsina Storni, Quinquela Martín, Conrado Nalé Roxlo, Roberto Arlt, Molina Campos, Pirandello, Federico García Lorca, Cortázar, y hasta Carlos Gardel, que cantó dos veces en el café y que fue durante un tiempo habitué del lugar.
Su bodega fue habilitada en 1826 para la famosa Peña formada por los intelectuales que allí se reunían. Después fue refugio de grandes conciertos, y espectáculos siendo por años escenario de la Fenix jazz band.
Tomo mi cortado y siento que laten en mí los ecos de aquellos que hicieron historia.
Me dejo tentar y compro de recuerdo una taza con el logo.
Y elijo como remate una frase de Ramón Gómez de la Serna que inspirado en el Tortoni escribió
"Nada se parece tanto a la luna como la mesa de mármol de un café"